sábado, 23 de mayo de 2009

Paola Alexandra Frasser
Curso 3-76
Universidad La Gran Colombia
Facultad de Derecho



DE LA INFIDELIDAD Y OTROS DEMONIOS


Durante mucho tiempo se ha escuchado hablar de la infidelidad, no es difícil encontrar en el supermercado, en el salón de belleza, en el gimnasio y hasta en el Transmilenio, personas que invadidas por sentimientos de culpa, dolor o simple gusto comentan de situaciones donde la infidelidad es el pan de cada día.

Pero la pregunta es: ¿qué impulsa a las personas a ser infieles?. Pues intentaremos llegar a una conclusión o por lo menos hacer un acercamiento a este interrogante, porque sabemos que cada ser humano es diferente, sus acciones y reacciones varían según la persona.

De una manera rápida podemos definir la infidelidad como las relaciones extra conyugales o extra pareja, las cuales pueden ser de tipo sexual o afectivo. Para algunos considerado como el acto de la más alta traición en las relaciones, para otros, un simple desliz impulsado por el gusto y la pasión que nada tiene que ver con el amor. Para estas personas su infidelidad no es más que un deseo reprimido, algunas fantasías jamás cumplidas, son circunstancias no planeadas pero que en el momento que se dan, parecen ser las más adecuadas.

Evidentemente existen innumerables causas que llevan a que una persona sea infiel, pero por primera vez en la historia se le acredita este comportamiento a un gen. La ciencia se ha pronunciado sobre el tema y explica que según investigación genética realizado durante cinco años en el instituto Karolinska, de Estocolmo, (Suecia) a 1.000 parejas heterosexuales, se pudo establecer que la infidelidad en los humanos proviene de un gen que tiene gran influencia en el cerebro.

Alelo 334, así es conocido entre los científicos suecos, a el gen que se encarga de producir una hormona llamada vasopresina, "Los hombres con dos copias de este, tienen doble riesgo de experimentar conflictos en la relación y divorciarse, en comparación con los hombres sin ninguna copia", explica Hasse Walum, director del estudio. Este desempeña un rol más evidente en el cerebro de los hombres que en el de las mujeres, es decir, que de hoy en adelante los hombres tendrán una excusa adicional como escudo salvador en sus aventuras clandestinas.

En concreto, lo que la investigación del Alelo 334 demuestra es que está relacionado con los hombres que presentan problemas en la convivencia y en la conservación de sus matrimonios, ya que son personas de múltiples conflictos personales y conyugales.

Según el Dr. Hasse Walum, son dos de cada cinco hombres quienes poseen el alelo 334, esto no quiere decir que todos ellos estén propensos a tener fracasos sentimentales, ni mucho menos se busca estigmatizarlos por considerarlos portadores de la enfermedad de la infidelidad, tan solo la ciencia pretende identificar las patologías y caracterizarlas para aportar posibles soluciones .

Pero sobre el tema los científicos no son los únicos en dar su punto de vista. Encontramos al otro lado de la moneda lo que expresa la iglesia sobre la fidelidad como parte de los requisitos morales al contraer un compromiso ante Dios y ante los hombres.

La iglesia considera la infidelidad como el quebranto a un contrato adquirido voluntariamente por dos seres, quienes motivados por el amor deciden unir sus vidas “hasta el final de sus días”. Por eso, este acto genera un indiscutible mal a la relación, permitiendo así, que en la mayoría de los casos se de el rompimiento definitivo de la pareja.

La Religión católica ha realizado innumerables llamados a la reflexión. Predica e invita a la toma de conciencia en lo que concierne a el significado real de las uniones maritales, resaltando su importancia en la recuperación del matrimonio como institución, núcleo y asiento de toda sociedad. Es en ese momento, donde se genera un interrogante para las mujeres: ¿El amor no es un sentimiento suficientemente fuerte para lograr eludir a los llamados genes de infidelidad?. Todos aquellos sacrificios que realizan estos hermosos seres, a los que Dios les otorgó la responsabilidad de ser madres, guías, amantes, amigas y muchos apelativos más, describen lo importantes que son en la vida de cualquier ser humano, ellos deben ser motivos suficientes para que los hombres ignoren un simple gen, y por el contrario, demuestren el respeto que merece la mujer y valoren todo lo que ella con su nombre representa.

Ahora bien, si la ciencia afirma que existe un fenómeno adicional como lo es el Alelo 334, el cual definitivamente no tiene nada que ver con el amor que promulga la iglesia, si no por el contrario, se refiere a las emociones que incitan a la infidelidad, todo este dilema nos lleva a pensar que solo el verdadero hombre será capaz de vencer este demonio y evadir con éxito todos sus maleficios, por medio de su convicción y su moral, que le indica y enseña a apreciar más a su pareja y dejar así muy en claro “que si se ama, se puede”.

Así que para el género femenino mi mensaje de apoyo, no queda más que confiar en su pareja. Y para todos los hombres portadores del gen, a controlar sus impulsos si desean conservar a esas personas especiales llamadas novias, esposas, amigas, porque aunque la ciencia los excuse, esta no será suficiente para que una mujer olvide una infidelidad.

PAOLA FRASSER CÁRDENAS

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